¡Vaya madrugón! Salir de Vigo para llegar a Houston es toda una Odisea (o una Eneida, que viene siendo lo mismo, o peor). Bueno, pues con la legaña pegada al ojo nos hemos encontrado con Mikel Clemente y nos disponemos a volar a Texas sin un maldito cigarrillo que llevarse a los pulmones. No podemos pensar en otra cosa más que en esa cerveza que caerá cuando lleguemos al refugio de allí y que ya nos canta en el papo. Joe Hardy nos promete una cena mexicana en su casa. De entrada, eso mola, pero teniendo en cuenta el jet-lag, la diferencia horaria, el cansancio y la madre que parió a la rotación del planeta Tierra: ¿estaremos cenando, merendando, desayunando o comulgando el domingo de mañana en la iglesia de los Capuchinos de Vigo?

Como queremos quedar bien con nuestros viejos amigos yanquis viajamos con unas camisetas para regalarles algo y no quedar como el puto culo. Joe y Trish nos trajeron la última vez que estuvieron en Galicia unas camisetas del Klu-Klux-Klan envueltas en unos dibujos preciosos. (Las camisetas fueron idea de él —“God, Guns and Glory”, pone la mía— y los dibujos se los curró ella.) Correspondimos con una jartá de percebes que Julito, el del Barbantes, nos consiguió de un día para otro. Lujo asiático en el mejor bar del barrio de Casablanca de Vigo.

Por si a alguien se le ocurre mandar algún regalo, el lunes 8 de febrero es el cumpleaños del Abuelo Soto. Ah, y ahora que caigo, el 16 es San Julián, que un servidor se llama así porque su bisabuelo nació tal día y le pusieron tal nombre. Gracias: la intención es lo que cuenta.
Nos llaman a la puerta de embarque. No tenemos Desayuno de Oración como el de Zapatero leyendo el Deuteronomio pero seguiremos al sol hacia el oeste. Mañana seguiremos informando.

JH