Siniestro Total

Cuaderno de bitácora de la grabación de Country & Western, el nuevo disco de Siniestro Total. Fecha estelar: 14 de febrero de 2010 (Día de San Valentín). En Houston (TX).

Cuaderno de bitácora de la grabación de Country & Western, el nuevo disco de Siniestro Total. Fecha estelar: 14 de febrero de 2010 (Día de San Valentín). En Houston (TX).
¡Jodeeeer! Estamos vivos, que es lo que importa, pero esto es una película escrita por el guionista más cabrón que parió madre. Ya os contamos que, mientras el resto de la peña se iba a Austin, Ángel se cogió un avión y se fue a Las Vegas. Primero nos llamó diciendo que estaba bien y que se manejaba de puta madre y todos nos quedamos tranquilos. Lo grande ha sido la llamada de hoy. Resulta que Ángel no bebe, pero en el casino del hotel Circus Circus (hacen numeritos en trapecios y esas cosas) daban alcohol por la cara y al mejor batería del mundo, después de meterse un T-Bone gigantesco en el Steak House, no se le ocurrió otra cosa mejor que echar un trago del dry martini que le pusieron en las manos cuando se sentó a jugar al Black Jack. Se lo bebió entero y de ahí al viejo proverbio de que un martini es poco, dos es mucho y tres es poco, sólo hubo un paso. ¡A saber cuántos más de tres se pimpló! El caso es que, al parecer, se sentó a su lado una chica afroamericana (seamos correctos) por aquello de que un moreno de ojos azules mola, y se cogieron una moña los dos de agárrate y no te menees. Ángel dice que lo recuerda entre brumas, pero Evangelina -así se llama la que ahora es su mujer- y él salieron del casino dando tumbos y se casaron en la primera capilla que vieron. Ángel asegura que la chavala está de quitar el hipo, aunque no ha mandado ninguna foto del evento. Se despertaron en la habitación del hotel y cuando se dieron cuenta ambos de que se habían casado, gritaron a la vez y no se lo podían creer. Resumiendo: que se han tenido que pillar un Greyhound Bus y, en estos momentos, están viajando los dos hacia Reno para divorciarse. Esto lo escribo nada más llegar de vuelta a Houston desde Austin y Ángel nos llamó a eso de las cinco de la tarde de aquí. El viaje dura más de ocho horas, así que aún seguirán los dos durmiendo la mona en el autobús. Si todo va bien, mañana se tendrán que coger otro autobús de vuelta a Las Vegas (ella trabaja allí de bailarina) a tiempo para el vuelo hacia Houston que tiene Ángel cerrado. La verdad es que asombra un huevo lo bien que se llevan, pero claro, casarse es otra cosa. Viven a miles de kilómetros de distancia y quieren volverse a ver (como no nos presente a Evangelina algún día, lo matamos), lo que pasa es que la vida es como es, y tendrán que organizarse sin un mamadón del nueve largo en Las Vegas de por medio.

Uf…, la historia de Ángel es tan tremenda que no me queda casi espacio para contar el resto de lo que aconteció este Día de San Valentín en Texas. Joe Hardy nos envió las mezclas retocadas de The Very First One In The Drinking Line (queda de muerte) y de Como El Aceite Y El Yang. Todos (menos Ángel, claro) creemos que, salvo un par de detalles de intención, Joe lo está haciendo increíblemente bien. La del Aceite y El Yang tiene el estribillo más raro que jamás se nos ha ocurrido. A ver qué os parece.

Y lo de Austin fue grande. La ciudad es una juerga de aúpa. Vimos bolos, tiendas de todo lo que mola (Óscar se compró un par de camisas chulísimas), a la policía a caballo cerrando los bares (chapan a las dos de la mañana pero nosotros empezamos el mambo a las siete de la tarde) y comprobamos que era cierto lo que nos contaron nada más llegar. Es tradición que las chicas enseñen las tetas para conseguir un collar de colorines. Esto sale en un episodio de Monk: Sharona se emborracha y aparece a la mañana siguiente (¿a qué me recuerda esto?) con dos docenas de collares al cuello. En fin, que lo vimos y flipamos. Por la mañana, Blanco y Mikel se dedicaron a subir el video que hicimos en el hotel para que tod@s lo vierais. Los demás (Soto, Óscar, Beltrán y yo) nos fuimos al Wal Mart a comprar V-8 (esas especie de bloody mary sin vodka que beben estos carallos), cerveza y salsas tejanas para llevar a casa. De vuelta nos paramos en el restaurante y casino (¿a qué me recuerda esto?) de Clyde. Ya lo veis en las fotos: ¡tiene el puto Batmóvil aparcado ahí delante! De camino nos paramos otra vez, siguiendo las órdenes de Mikel Clemente, en unos pozos de petróleo de película. Yo intenté sentarme en la nevera portátil que compramos en una gasolinera un rato antes y la muy desgraciada se rompió y me caí de culo. ¡Vaya una manera de hacer el ridículo! Eso sí, la puesta de sol en Texas es preciosa.

Bueno, compatriotas, esto va llegando a su final. Si Ángel coge mañana el avión en Las Vegas, el martes nos vamos todos a casa de Hardy a escuchar lo que tenga currado y, de paso, beber, comer y jugar al billar. Blanco dice que ya es negro y yanqui. Los demás lo vamos intentando. Besito gigante y permaneced a la escucha, que esto promete.

Estás bébeda, Sue Ellen

¡Al Batmóvil, Robin!

El periódico del domingo

Mira por dónde pisas, cowboy

La Grange

14 de Febrero de 2010 ás 23:28

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